Blogia
Zsa Zsa Zsu

That´s so sweet of you

That´s so sweet of you

Hace ya un año o así, decidí que no valía la pena hacer propósitos de año nuevo, más que nada, porque luego, cuando vemos que por una cosa u otra no hemos conseguido alguno,  nos sentimos mal. Por eso, decidí que en lugar de pensar en el “Pues de este año no pasa...” o cosas por el estilo, iba a hacer todo lo que de repente se me pasara por la cabeza. Y la primera fue, aprender a cocinar.

Aprender a cocinar no es algo que se aprende tras leer libros o hacer un par de recetas. Se puede decir eso de “sé cocinar tal o cual plato” pero “saber cocinar” son palabras mayores. Así que mi decisión-actuación consistió en aprender a cocinar algún plato o en mi caso, aprender recetas de repostería.

La repostería tiene sus ventajas, la primera es que nadie de mi familia se dedica a ello. Así que en mi caso, me ahorré las miradas de los “expertos”. La segunda de las ventajas de la repostería a mi juicio, es que como nadie espera un postre espectacular o tomarse un café con unas galletitas a media tarde, pues si no te sale bien la receta, no hace falta pedir comida china o ir a buscar una pizza si has quemado algo. Nadie tiene porqué enterarse de que la has liado parda.

Así, que ni corta ni perezosa y aprovechando el "estado ocioso" de la cocina a media tarde y el “buen tiempo” que caracteriza y acompaña nuestros fines de semana, me dispuse a aprender alguna cosilla o al menos, intentar algo distinto, para ver si se me daba bien o si se me quitaban las ganas.

El problema de todo esto, es precisamente el desconocimiento. ¿A quién preguntar? ¿De quién aprender? ¿Dónde busco? Ojalá yo hubiese tenido respuestas a todas estas preguntas, pero como fue así, hice lo que todo buen informático hace: San Google.

En este año, lo que he aprendido es lo siguiente:

1.- Elige recetas muy sencillas para empezar. Generalmente cosas que conozcas pero no sepas preparar. Busca aquellas que tengan ingredientes comunes y corrientes o que puedes encontrar en tu casa o en algún supermercado cercano o que aquellos de los que si sobra luego algo, lo puedes aprovechar. Aplícate la misma teoría para los “chismes” de cocina.

2.- Busca en Internet cómo hacerlas. Yo no tocaría webs de cocineros famosos ni de escuelas de cocina. Muchas veces, caen en los tecnicismos y si como yo, lo más cercano que has estado de la repostería ha sido entrar en una pastelería y comprar.... las posibilidades de saber de qué hablan son remotas y acaban por desmoralizar a cualquiera. Los blogs de cocina o foros son bastante asequibles. Si tienes una duda, basta preguntar o en su caso, leer los comentarios, pues puede que la pregunta ya la hayan formulado antes. Si acaso, como mucho, yo recomiendo la página web de cierto cocinero vasco muy showman... es una página muy asequible para todo el mundo y la verdad sea dicha, bastante entretenida.

3.- Una vez elegida la receta, lee bien los ingredientes, los pasos a seguir y sobre todo, las cantidades. Un buen método para asegurarnos de que las cantidades y los ingredientes son los correctos, es consultar varias fuentes. A menudo, la gente escribe recetas en las que por error o por guardarse información, omite algún paso, se le olvida alguna cifra de la cantidad o dan por supuestas ciertas cosas.

4.- Aunque no conviene tirar la casa por la ventana y dejarse medio sueldo en una receta que no sabemos si vamos a ser capaces de hacerla, hay ingredientes que sí o sí tienen unas marcas de confianza. Y vale la pena gastarse un par de euros más en ellos. En mi primera receta, cometí el error de comprar todo de marca salvo el ingrediente principal, debido a que no hice yo la compra. La receta salió riquísima y cuando quise repetirla cambié a la marca de confianza. El resultado es que mejoró en sabor y adquirió un aspecto mucho más apetecible. A día de hoy, sigo manteniendo esa misma marca.

5.- Si nunca has hecho repostería y como en mi caso, en tu cocina no hay ningún utensilio, asume que lo más probable sea que necesites algún instrumental para cada receta distinta que hagas. En estos casos, aplica la media entre los puntos 1 y 4. Si al final ves que los necesitas, primero compara precios y contrasta opiniones en foros para saber qué marca o qué material es el adecuado.

6.- Cuando veas que le coges el tranquillo a unas cuantas recetas, lo normal será que cosas como montar nata, claras .... se lo dejes a un “profesional”. Estuve durante meses batiendo la nata a mano y dejándome mis ya de por sí doloridas muñecas en las recetas sin conseguir que me saliera justo como yo quería. Me cansé y me compré la batidora más normalita del mercado pero con varillas. Ahora, por cuatro euros que gasté en su día, la nata se monta en menos de 5 minutos y mis muñecas no se pasan tres días resentidas. No hay que ahorrar en el perejil ni desperdiciar tu tiempo en la parte más básica de la repostería, dedica tu atención y tus esfuerzos a cosas más complicadas.

7.- El horno. Ese gran desconocido y en mi caso, amante protector de las sartenes. Hay que sacarle provecho sí o sí. Cuando llevas ya unas cuantas recetas a tus espaldas y, sobre todo, has intentado perfeccionar las que ya te sabes, aprendes de la observación. En mi caso, aprendí que mi horno tiene la puerta demasiado holgada y que desaprovecha el calor. Como no le puedes poner remedio a esto, aprende dónde calienta más y utilízalo en tu beneficio. Si es necesario rotar la bandeja para que se haga bien por todos los lados, la rotas. Y sobre todo, es necesario entender el concepto “precalentar el horno”. Si pone “precalienta el horno a X grados” pues ¡hasta que  no se ponga a esa temperatura, no metas nada!. Este es un tema muy, pero que muy importante para todas aquellas recetas que necesitan el “golpe de calor”. Tipo bizcochos, magdalenas... si no tienen este golpe de calor, lo más probable es que se hagan más por abajo que por arriba y antes de que hayan subido del todo, ya tengas el “culete” todo quemado. También esto es importante para los éclairs o también conocidos como relámpagos. Sin este golpe de calor, no se hinchan ni queriendo, debido a que precisamente no tienen ingrediente impulsor. El día que los conseguí hacer (hice 3 intentos y me llevó una noche de pesadillas), asistí maravillada al espectáculo que supone ver cómo algo cocinado por tí crece sólo por el efecto del calor y sin necesidad de levadura.

8.- No te agobies. La repostería es para disfrutarla, para relajarte. Nunca te comprometas con nadie a preparar una receta que no tengas dominada. De esta manera, no te agobiarás si no te sale y no tendrás la inseguridad de saber si tiene buen sabor o no. Si la receta la tienes más que dominada, podrás regalar el resultado sin haberlo catado antes.

9.- Busca un grupo de personas dispuestas a probar tus recetas. Uno mismo no es buen juez. Podemos ser demasiado benévolos o demasiado duros con nosotros mismos, pero si como en mi caso, llevas al trabajo tus logros para que los prueben, te marchas un par de días y cuando vuelves al trabajo, ves el Tupper  con un post-it que dice “Está vacío”, empieza a pensar que les ha gustado lo que has cocinado y más cuando un viernes, se te acercan y te dicen: "Euskalmet indica que va a hacer muy malo el fin de semana. Igual convendría que te quedaras en casa..." ¿Indirectas? Yo creo que no tantas como directas...

 

3 comentarios

SiertxO -

Que rulen!!!!

aurim -

Jajaja, por eso yo cocino mejor sola... a mi familia le encanta llegar a casa y oler a magdalenas, galletas, palmeritas...
Ellos no son demasiado golosos, catan pero no mucho y francamente, a mí, tanto ver cómo yo misma le echo azúcar no me motiva demasiado para probar muchas...
Si quieres, te presto mi cocina, verás cómo tu hermana ni se entera...

Silvia -

Ahora mismo yo tengo el tema repostería vetado. Mi hermana está en plan comida sana y ni siquiera me ha dejado hacer tostadas para carnaval.

Y lo de hacer para traer al trabajo o llevarlas a casa de F tampoco puedo, porque ella dice que si lo huele quiere probarlo, así que prefiere no olerlo.

Creo que tengo mono...