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I have a dream

I have a dream

Pues sí, se acerca el verano. Y con él, los finales de curso. Yo hace tiempo que debiera haberme olvidado de ellos, pero se ve que soy una sentimental y por eso, desde el preciso instante en que me matriculé de francés supe que en el fondo, quería revivirlos.

La semana pasada tocó el examen final. He de decir que a pesar de ser más que veterana en este tipo de cursos, este año ha sido de traca. Me he sentido igual que un estudiante de la ESO. He tenido 2 exámenes de final de evaluación, 2 controles, 1 examen de libro de lectura, 3 exámenes de écouter (o sea, un listening pero en francés), 1 examen final (el final, final) y un examen oral. Teniendo en cuenta que el curso era todos los sábados de octubre a junio, lo que yo no entiendo es cómo hemos podido dar materia con tanto examen de por medio...

Bueno, a lo que iba: el caso es que ese día, el del examen final, mientras esperaba junto a unas compañeras del curso a que nos llamaran para entrar a hacer el examen oral, charlábamos de lo más animadas acerca de lo que nos había parecido el curso en sí. En ese momento, me dí cuenta de que hay gente que consigue agobiarse aún más que yo y que tiene aún más habilidad que yo para darle importancia a auténticas tonterías. Me explico: yo me agobio por todo. Pero por todo, todo. Y cuando digo que me agobio, es que lo sufro de veras. No duermo, no tengo hambre, no dejo de darle vueltas a la cabeza... vamos, de manicomio. Y lo peor de todo, es que casi siempre es por cosas que no merecen la pena. Pero desde luego, un curso de francés, por mucho que yo crea que es útil y que le dé importancia, no consigue quitarme el sueño y menos un examen de ese tipo. El caso es que ese día, yo vi para mi sorpresa que era la única que pensaba que tener un examen de francés en una academia de idiomas, era una auténtica tontería. Hubo personas que asemejaron el curso a ¡volver a la universidad!. Dijeron que volvían a tener pesadillas en las cuales suspendían y tenían que repetir curso y que no acababan nunca y... chatachán, una de ellas, incluso confesó que volvía a tener pesadillas con que iba a clase sin ropa, o sea, ¡tal y como vino al mundo!. Yo aquí me alarmé, más que nada, porque no encuentro la conexión entre suspender un examen e ir a clase sin ropa... Lo peor de todo eso, es que varias personas asintieron. Comentaron que a ellas también les pasaba. Bueno, para mí aquello ya fue alarmante.

Menos mal que a la salida del examen y tras entrar en tiendas de ropa para alejar de mi el aura de estudiante y el dolor de cabeza que tenía, me di cuenta de que yo realmente, nunca he sido mala soñadora. No sé, siempre tiendo a soñar cosas inocentes e ingenuas, tales como que puedo volar, que estoy de vacaciones, que acudo a una boda, que conduzco un coche yo sola (esto era cuando ni siquiera me había sacado el carnet)... a lo que voy es que no suelo soñar cosas “feas”, ni tener pesadillas ni...  

Por otra parte, no suelo recordar qué es lo que he soñado, pero reconozco que hay días en que me levanto con un cosquilleo en el estómago y una leve sonrisita idiota, otros en los que me levanto angustiada y sobre todo, triste, muy triste y días en los que misteriosamente me levanto normal y de repente, cuando veo a una persona, noto que estoy disgustada con ella. Hago memoria y por fin, recuerdo que esa persona, aparecía en mi sueño y que en él, me enfadaba con ella.

Lo que son los sueños. Nunca dejaré de asombrarme del poder de la mente. Lástima que la tengamos tan desentrenada.

 

1 comentario

xD -

aisssssss


Ese poder mental!!!