Blogia
Zsa Zsa Zsu

Wake me up when September ends

Wake  me up when September ends

Ya estoy de vuelta.

Un verano para recordar. Así de simple y complicado se puede resumir este agosto. No lo olvidaré precisamente porque no se repetirá. No es porque no quiera repetir, es porque 21 días en una ciudad, en un país, da para mucho y a una se le hace la boca agua sólo de pensar qué otros países y ciudades se pueden descubrir en otros 21 días.

El caso es que mi corazoncito se ha quedado ahí. No todo, pero sí gran parte. Que a nadie le extrañe y de hecho creo que por todos los que me conocen es bien sabido, que no me gusta vivir donde vivo. Vale, sí, me gusta mi ciudad, pero estoy hasta las narices de hablar el mismo idioma. No llevo toda mi vida estudiando inglés y ahora francés para que quede bonito en un currículum. Y creo que queda bastante patente que mi idioma predilecto ha sido, es y será, inglés. Tan odiado por casi todos y tan amado por mí. Pues eso es lo que he hecho en Toronto. Amarlo aún más. He comprobado cómo me defiendo, cómo no necesito pensar qué voy a decirle al tío de al lado y traducirlo inmediatamente al inglés. Porque me sale. Me sale solo. Me sale hasta tomarles el pelo y bromear con ellos y entiendo sus bromas.

Lástima que mi empresa no tenga delegación allí. Lástima que esa ciudad esté exáctamente a 9 horas en avión del resto de mi vida. Lástima. Por lo demás, casi como que ni me importaba irme para allí. Supongo que echaría de menos a la gente de aquí, a mi familia, a mis amigos, las costumbres... pero sé que me iba a adaptar, eso sí, no sin antes sentir pánico ante lo nuevo, pánico a estar sola... este tipo de pánico a lo nuevo y desconocido que a todos nos embarga.

Llevo tiempo pensando que si todos los años me planteo esto de irme a vivir a otro país, tal vez sea porque realmente necesito hacerlo. A veces, pienso en ello y me doy cuenta de que no me siento integrada y reflejada en la sociedad en la que vivo. Siento que se queda pequeñita para mí, que yo busco otros retos, busco darle otro rumbo a mi vida y que si me quedo aquí, me estancaré. Tal vez lo único que me pasa es que como cada septiembre, vengo de otra realidad y cuando vuelvo a la mía, la veo desde fuera, desde una ventanita y objetivamente pienso que ya es hora de hacer cambios. Pues sí, septiembre para muchos (yo diría casi todos) es un mes de agobios, de tristeza postvacacional, de facturas, de vuelta al cole... pero para mí, es mi época de sueños, de energías renovadas y de ganas de un cambio.

Quién sabe. Quizá este sea mi año (perdón, mi curso). Quizá aún con el sabor de Toronto me anime y por fin me decida. O quién sabe, quizá este curso me depare alguna otra sorpresa que haga que cambie de opinión.

À suivre.

2 comentarios

SieR -

Opino lo mismo!

Pienso que si crees que vas a estar mejor en otro sitio, lo mejor es que vayas. Siempre tendrás tiempo para volver...

Silvia -

Cuando sientes que nada te ata donde estás y que te llama más otro sitio (sobre todo cuando ocurre desde hace tanto tiempo), tienes que cambiar. Ya sea cambiar de empresa o de residencia.

A veces el cambio resulta a mejor.